Para un Growth Hacker, la intuición, es la punta del iceberg. Es lo que lo hace soñar en su día a día.
Es como para un innovador, intuir que un animal puede volar, utilizando elementos que, denominará como aerodinámicos. Lo puede imitar y comprobar que él también puede volar.
La práctica, que puede cambiar el rumbo de tu producto o negocio, se puede desarrollar con la mezcla de la intuición y su planificación.
Primero para llegar a la Intuición:
Muchas veces gastamos todas nuestras energías y corremos como caballos de carrera, en la búsqueda de un objetivo: vender. Sin importar el cómo. Sabemos que existen ciertas técnicas, que nos pueden ayudar a lograr “la venta”.
Pero siempre hay un punto ciego, que debemos cubrir. Que si lo analizamos, podría cambiar a nuestro producto y el rumbo de nuestro negocio.
El resultado de ese análisis puede generar una idea, que partió como una intuición. Si ya hemos vivido esta experiencia anteriormente, o si conocemos bien nuestro producto. Probablemente tomemos algunas decisiones.
Su planificación:
Test A/B: Un análisis conlleva, hipótesis, y éstas se deben comprobar. Lo importante es tener claro cómo hacerlas y saber qué objetivos queremos conseguir de cada una de ellas.
Realiza las pruebas necesarias, basándote en una intuición y analiza cada uno de estos resultados, hasta conseguir parámetros que aclaren tu punto ciego.
Repite, repite, repite. Y fíjate que elementos se están repitiendo, que aclaran tu visión. Comienza a implementar estos resultados dentro de tu negocio o producto y vuelve a analizar cómo va cambiando todo nuevamente.
La planificación, sin la intuición, no es más que la rutina diaria, con un futuro esperado. No hay que perder el sueño. Intuye y experimenta. Es la única forma de cambiar ese futuro esperado.